martes, 3 de julio de 2012

¿Como dicen una y transmiten otra?

 "Parole, Parole, Parole, ..." ¿te acuerdas?

Cuando hablamos transmitimos mensajes. Lo podemos hacer de manera directa por palabras claras explicativas e inteligibles, o de manera indirecta por palabras que transmiten otras cosas de lo que queremos decir.
Por ejemplo, hace no mucho tiempo, comenzamos a llamar daños colaterales a las víctimas civiles de cualquier conflicto armado. Porque las víctimas son personas y sin embargo los efectos colaterales son algo tan vago que se asemejan a cosas que flotan en un espacio-tiempo inexistente.
Al cambiarles el nombre, los errores, o las perversiones, de algunos ejércitos gubernamentales quedaban impunes para la sociedad.

Entiendes, solo hay que decir una, para que los demás perciben otra, y si eres bastante inteligente, quedaras a salvo de cualquier acusación, o podrás justificar cualquier acto reprobable.

Esto se puede llamar manipulación mental. Si. Y nadie se enterara de ella.
Nuestro maravilloso cerebro funciona de maneras extraordinarias y quienes estudian este funcionamiento, saben como hablarte una cosa para que tu entiendes otra y que te pongan delante hechos (leyes) que aprobaras sin mucha queja, o incluso acreditaras con todo el corazón medidas que ponen en peligro tu integridad económica, física, moral y espiritual.

Veremos algunos ejemplos de Palabras manipulativas;
Recién los grupos terroristas empezaron llamarse ejércitos de liberación. Y algunos otros grupos se llamaron ejércitos (¿OTAN?) pero en realidad eran creadores del terror más inmenso.
Más tarde los inmigrantes que no tenían papeles se volvieron ilegales, como si una persona pudiera serlo a golpe de decreto Ley. 
Pero no nos quedamos ahí, porque desde hace unos meses los españoles se han vuelto expertos en eso de ampliar y pervertir nuestro vocabulario.
Ya no decimos subida del IVA sino aumento de los impuestos indirectos al consumo.
Ya no hablamos de aumento de los billetes de metro o autobús, sino de modificaciones de tarifa.
Ya no contamos que ha habido un recorte de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación, sino un ahorro para las arcas del Estado.
Tampoco existe la amnistía fiscal, porque parece que lo que se ha aprobado es una ley de regularización económica.
La subida de los carburantes se llama impuesto medioambiental.
Y la reforma laboral es tan sólo una flexibilización de las condiciones del mercado para hacer disminuir el número de parados.
Este domingo entra en vigor el copago farmacéutico. Bueno, en realidad entra en vigor el repago farmacéutico.
¿Cuál es la diferencia?
Resulta que ya pagamos la Sanidad en los impuestos que abonamos religiosamente con nuestra nómina o con cualquier cosa que compremos. Así que, a partir del domingo, la repagaremos, es decir, la pagaremos dos veces.
De momento, el repago será en las farmacias.
En España, tendremos que pagar por los medicamentos con receta (¡cuidado! 400 menos en la lista) no sólo el cuarenta por ciento, sino un porcentaje mayor en función de nuestra renta (y en Cataluña, por ejemplo, desde hace una semana además, se paga un euro por producto)

Las palabras son nuestro mundo. Tenemos las que necesitamos para nombrar a nuestras cosas del día a día y para imaginar el resto del universo.
Nuestra mente dibuja el mundo con palabras, no con conceptos abstractos. Mesa, silla, cafetera son sonidos que nos hacen imaginar a cada uno, una mesa diferente, una silla diferente, una cafetera diferente.
Y si yo de pequeño me he caído de la mesa y me he roto la cabeza (muchos me acusan de eso), esa palabra tendrá para mí un componente emocional fortísimo, diferente al de, por ejemplo, una persona a la que, la palabra mesa le aumenta el apetito.
Si el otro día te intoxicaste con unos mejillones, no podrás evitar una arcada de asco cada vez que alguien pronuncie la palabra: porque la palabra te llevará al objeto que tanto daño te hizo.

De hecho, los teóricos de la Programación Neurolinguística (PNL) aseguran que las palabras provocan un estallido bioquímico en nuestro cerebro que se disemina por el cuerpo.

Por eso es tan importante llamar a las cosas por su nombre. Porque el nombre definirá lo que pensemos de esa cosa, de esa idea. Por eso no es lo mismo copago que repago. Ni daño colateral que víctima mortal civil. Ni subida del billete de metro a regularización de las tarifas.

Porque con las palabras, nuestro cerebro define una idea. Y si la palabra no cuenta la verdad, nuestro cerebro se hará una idea equivocada de lo que pasa ahí fuera. Así te manipulan. Así controlan tu vida. Y así destruirán tu vida.




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